La experiencia de la Congregación General más allá de los mismos documentos que en poco tiempo tendrán en sus manos, con sus mejores logros y limitaciones, es una experiencia de unión de ánimos, discernimiento colectivo y mucho más una experiencia de profunda unión con Dios nuestro Señor. Quiero compartir con Uds. mi profundo agradecimiento al Señor por haber podido participar en esta experiencia y el don que ella significa en mi vida personal, pero a la vez lo que presiento puede ser también una experiencia colectiva en proceso.
Mi mente durante estos días, muchas veces se remontó al noviciado cuando estudié por primera vez el instituto. Qué lejos sonaba todo esto. Jamás imagine estar en un Congregación General. Pero nos encontramos jesuitas de carne y hueso, muchos de nosotros con la misma sensación de perplejidad ¿Porqué yo? La verdad es que todos los que vinimos, pero especialmente quien escribe, nos hicimos conscientes de nuestras carencias, limitaciones, pero a la vez se nos hizo evidente la misericordia de Dios que nos reconcilia con él para enviarnos en misión. La misión aquí era, amén de elegir a un General y su gobierno, meditar y poder decir una palabra de aliento y luz en medio de nuestro caminar como Compañía junto con quienes colaboramos en la misión.
Creo que desde el principio tuvimos claros que no es tiempo de muchas palabras, sino de confirmación del camino elegido desde la 32, de enmienda de lo que no nos ha permitido ser aquello a lo que estamos llamados y de acción. Eso trae a mi memoria nuevamente las palabras de Ignacio de Loyola: el amor ha de ponerse más en las obras que en las palabras. Eso si, nos sentimos profundamente motivados por el ejemplo de nuestro hermano el Papa Francisco.
La elección de un General como Arturo Sosa ha sido un hermoso regalo en múltiples sentidos. Debo decir que con muchos me ha tocado compartir la sensación de paz y alegría que desprende el modo de liderazgo de Arturo en la Congregación. Nos hemos sentido confirmados en la elección en la medida en que lo hemos ido viendo tomar las primeras decisiones y el modo como ha orientado a la misma Congregación. Arturo que hasta el presente era un don que teníamos en la Provincia de Venezuela hoy en día se hace don para toda la Compañía. Pero no sólo él, sino todo su equipo.
Este es quizás uno de los aspectos más importantes. El sensus societatis que se experimenta en la Congregación te invita a encarnarlo en los contextos de la Provincia y de nuestras comunidades locales. Esto se trasluce con mucha fuerza en los decretos que la Congregación ha aprobado. La comunidad como espacio del cual dimana la misión y a la cual debe regresar es expresión de una llamada urgente a ser testigos creíbles del evangelio que predicamos. No se trata de liderazgos personales brillantes, cuanto de una acción del cuerpo que tuvo una expresión privilegiada en la Congregación, pero que cobra real vida en nuestras comunidades y Provincias. Así pues, agradecer la Congregación significa agradecer a nuestras Provincias y comunidades de origen que estuvieron en la mente de todos muchas veces.
La Congregación vive de dos dinámicas fundamentales: la conversación espiritual (que tuvo su momento estelar en las murmuratios, pues son dos, pero en el fondo se dan en otros momentos informales) y el discernimiento sobre los temas propuestos que buscan en el diálogo el consenso. Agradezco estos dos ejercicios espirituales que nos retan a hacerlo real a otros niveles (conferencias, provincias y comunidades locales) Es mucho lo que debemos discernir y aún más lo que requerimos dialogar para un mayor conocimiento interno de cada uno de nosotros a fin de fundar una verdadera comunidad de amigos en el Señor.
Al mirar desde este final toda esta experiencia no queda sino nuevamente ofrecerse a la misión y al trabajo, desde la convicción del mucho amor recibido, por lo que con Ignacio concluyo esta pequeña crónica diciendo: Toma Señor y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer, tu me lo diste a ti Señor lo torno, todo es vuestro, dispón de todo según tu voluntad, dame tu amor y gracia que ello me basta. Amén.