Ya es posible vislumbrar el final de esta CG que inició sus pasos hace cuarenta días. Miro atrás y parece ya lejana la misa inaugural donde se nos invitó a ser audaces en el camino recién emprendido. El P. Cadoré, dominico, como un compañero de camino en la vida religiosa, nos transmitió su convicción al inicio de la andadura. Cuántas veces en el Aula se ha repetido su apelación. La audacia de lo improbable, la audacia de lo imposible. Nuestros respectivos fundadores la tuvieron.
Vuelve a emocionarme en el recuerdo la sencilla renuncia del P. Adolfo Nicolás y la despedida agradecida que le hizo el P. Lombardi. Aquello tocó el corazón de todos y anudó aún más los lazos del afecto de unos compañeros que en su gran mayoría comenzaban a conocerse. Amigos en el Señor. Todos éramos conscientes que nueve años de gobierno habían debitado la salud del P. Nicolás. Pero no su sentido del humor y su hondura humana. Con él aprendimos a remar mar adentro. Gracias a él la Compañía sabe más de hondura humana y espiritual.
Y mar adentro fuimos caminando en Congregación. Buscando, primero, el compañero que había de tomar sobre sí el liderazgo del gobierno universal de la Compañía. El P. Arturo Sosa se reveló como el hombre buscado para este presente que se adentra en un tiempo siempre complejo. Él con su equipo habrá de conducir los procesos e iluminar los caminos para más amar y servir. Apenas se sentó en la mesa de coordinación del Aula nos ofreció un itinerario de gobierno que iluminó a todos y serenó muchos ánimos. Porque una CG es sobre todo ponerse a la escucha de lo que se va produciendo en cada uno y en el ánimo de la asamblea. Una verdadera escuela para discernir espíritus y orar en común.
Así hemos comenzado cada mañana. En oración comunitaria, para sentirnos un cuerpo y una sola voz, armónica y entonada. Unos textos que han remitido a nuestras raíces sapienciales y a la Escritura. Fijos los ojos en el Señor. El equipo de liturgia hacía posible cada día dar los primeros pasos diarios tras aquel que abre el camino. ¡Ven Espíritu Santo, manda tu luz desde el cielo!
Esta CG no alumbrará muchos textos. El Papa le ha repetido a la Iglesia que este tiempo necesita “menos textos y más testigos”, y parece que también nosotros se lo hemos oído. Pero cuando el Papa vino a encontrarse con nosotros no nos habló de documentos, sino que nos interpeló desde nuestras raíces más hondas: mantener el corazón en búsqueda, sin acomodarse, saliendo de lo acostumbrado hacia espacios nuevos. Siempre en proceso. Así concibió san Ignacio esta Compañía ligera. Y a ello nos invitó el Papa Francisco.
¡Ah, este Papa! ¡Qué actividad! En estos días de CG le hemos visto acudir a tantos frentes, hacerse presente de tantas maneras y entre tantas gentes. Viajando y permaneciendo. Iluminando con su palabra viva. También tuvo tiempo para nosotros y con cuánta generosidad.
Estamos a punto de acabar y ya hay algunos textos. Los jesuitas no somos nada si no tenemos algo que decir o leer. Pero hemos querido también escribir una carta a nuestros hermanos que viven en situaciones de violencia y conflicto armado. La correspondencia epistolar forma parte de la manera de ser jesuitas. Ellos han estado en nuestro corazón y queríamos que les llegara nuestro recuerdo. Y como los amigos hablan entre sí también les hemos escrito; como amigos que se estiman y se echan de menos.