Murmurar es un pecado, pero en nuestra Congregación es un camino espiritual para poder encontrar y hallar la voluntad de Dios nuestros Señor sobre aquel que deba conducirnos en los próximos años. Ya otros compañeros en este Blog han descrito el procedimiento: hablamos de dos en dos sobre las personas que pensamos tienen cualidad para ser superior general de la Compañía y escuchamos las impresiones de aquellos que los conocen en sus cualidades y limitaciones para permitirnos hacernos una imagen personal. (véase https://gc36.org/es/el-gran-secreto-ahora-revelado/)
En mi caso, la experiencia no sólo busca hallar pros y contras en cada una de las personas que poco a poco voy conociendo a la luz de este camino de conversaciones que abren la intimidad de cada persona y que genera una experiencia única de confianza mutua, sino que se trata de encontrar sintonías internas, ecos que se traducen en consolaciones o desolaciones, en sentir armonía y paz o a veces disonancias (a veces pequeñas) que van marcando la ruta del corazón.
Se trata no sólo de un ejercicio de hablar y escuchar, lo que ya es exigente. Se quiere trasmitir en el Espíritu. Se espera de uno transparencia y la verdad es que cada cual busca ser lo más completo, claro, preciso y hondo en lo que trasmite sobre la persona (que es un hermano) de la cual te están preguntando y esto es aún más exigente cuando se le pregunta por si mismo. Es un ejercicio de escudriñar en el corazón recuerdos y palabras acertadas que le permitan a quien te escucha hacerse una imagen lo más precisa y honesta posible sobre lo que quieres trasmitir y a la vez buscas trasmitir lo que tu corazón te dicta. No es campaña, porque entre otras cosas sin miedo abordamos los límites, reconociendo en lo concreto aquello de que somos pecadores llamados.
A la vez en el ejercicios de oír, no sólo vale la información que es muy importante, sino como señalaba, hay un ejercicio de escuchar al corazón a la vez que oyes al otros que te habla. Es una suerte de doble escucha, pues oyes lo que te cuentan y oyes lo que en ti genera lo escuchado. Algunas veces mientras oyes dices: esto es interesante, o por aquí debe caminar la Compañía, otras veces sientes está bien pero no me convence esto. Y así vas de una moción a otra, confirmando sentimientos en la medida que oyes una y otra vez sobre algunos que se repiten o sobre quienes te preguntan.
Al final del día en la capilla de la comunidad de la curia donde tenemos la eucaristía los de habla hispana, nos preside la imagen de la anunciación. Estamos claramente en un adviento, que no es pasivo, sino muy activo, pero con la fe puesta en aquel cuyo designio buscamos para como María cumplir en todo su voluntad.