A lo largo de su historia, la Compañía de Jesús ha dado a la Iglesia muchos santos y beatos y entre todos ellos a no pocos mártires. Dado que la “Chiesa del Gesù” es considerada la “iglesia madre” de los jesuitas, un buen número de reliquias se han ido guardando en su sacristía, la mayoría de ellas en recipientes muy sencillos.
Con la intención de exponer las reliquias de un modo más digno para la devoción de los fieles, pero especialmente para darle importancia a la unidad del cuerpo de la Compañía, se vio la necesidad de colocarlas dentro de una única urna. Algo que ha sido posible gracias al generoso trabajo artístico del Maestro Ernesto Lamagna, un escultor italiano de renombre internacional.
El arca tiene unas dimensiones de 110 cm de ancho, 55 cm de largo y 55 cm de altura, a la que se añade una cubierta en forma de cabaña con sus respectivos cuatro lados. El arca descansa a su vez sobre cuatro pies con la forma de varios animales que representan el mal: una tortuga, como símbolo de la pereza; un sapo, como figura de la fealdad de la maldad; un reptil, representando la tentación; y un erizo, simbolizando el encerramiento egoísta sobre uno mismo.
En los lados mayores del arca aparecen seis figuras en bajorrelieve (tres a cada lado) que representan: en el lado A, en el centro, a San Ignacio recibiendo la bandera de Cristo (motivo que apela a la Fórmula del Instituto y que también recuerda al conocido ejercicio de la segunda semana de los Ejercicios Espirituales); y junto a él, otras dos figuras representando ministerios propios de la Compañía tal y como se recogen en la Fórmula: a la izquierda, un jesuita enseñando el catecismo y, al otro lado, un jesuita impartiendo clase en una escuela.
En el lado B, en el centro, aparece una figura de San Ignacio escribiendo las Constituciones bajo la Mirada de Nuestra Señora de Montserrat; a su izquierda, la figura representativa de un jesuita oyendo en confesión a un penitente, mientras que al otro lado, se muestra a otro jesuita consolando a un enfermo.
En los lados menores se unen otras dos figuras representando respectivamente la Fórmula de los votos y, del otro lado, la oración del “Tomad, Señor, y recibid”. La cubierta en forma de tienda de campaña, el panel principal por el lado de la apertura, lleva adherido el sol, escudo de armas de las Compañía, hacia el que vuelan un enjambre de abejas, como imagen del néctar que en algún momento será convertido en la miel de la consolación: son el símbolo de los trabajos apostólicos. En el panel principal pero en el lado contrario, sostenido por un clavo curvo, se encuentra una rama con dos granadas, una de las cuales está abierta, representando la gracia que se expande con abundancia. En cada uno de los lados menores de la tapa, aparecen unas ramas de olivo, simbolizando la alegría y la paz. Por último, en lo alto de pieza se ha colocado una paloma, símbolo del Espíritu Santo, fuente de toda santidad.
(Traducción Sergio Gadea, SJ, Fotos Zeno Colantoni)