Durante las próximas semanas compartiremos con ustedes testimonios provenientes de distintas partes del mundo. Hoy encontramos al P. John Dardis que es de Irlanda. Él es también Presidente de la Conferencia de Provinciales Europeos de la Compañía de Jesús. John compartió con nosotros sus reflexiones acerca de lo que la experiencia europea puede traer a esta Congregación General, comenzando por lo hecho durante las fases previas iniciadas a fines del 2015. El P. Dardis también nos brindó su testimonio personal de lo que hasta aquí ha vivido en la Congregación.
Por primera vez en la historia de las Congregaciones generales, las Conferencias fueron llamadas a cumplir un rol muy activo en las fases previas a la sesión plenaria. Esta es una manera de reconocer la universalidad de la Compañía, que debe ser integrada en sus modos de proceder. Los delegados europeos nos reunimos; somos mas de 50. Cubrimos una gran extensión geográfica: desde Irlanda hasta Siria y el Líbano, desde Suecia hasta el norte de Africa. Realizamos los trabajos pedidos como preparación a la CG, pero el aspecto más importante fue que comenzamos a conocernos mutuamente y a pensar juntos acerca del tipo de problemas o desafíos que la Compañía está enfrentando hoy.
¿Cómo buscamos nuestra unidad siendo en muchas maneras tan diferentes? Yo diría, “conversando”. Esto suena a lugar común, pero lo cierto es que cuándo los Jesuitas compartimos problemas y preocupaciones, cuándo compartimos anhelos y aspiraciones, entonces superamos nuestros problemas de lenguaje a través de nuestro deseo de servir a Cristo. ¿Existen a veces diferencias de opinión? Por supuesto, y esto es saludable; sería muy poco saludable si estas diferencias permanecieran ocultas o enterradas.
Cuándo me pregunto a mí mismo qué podemos traer los europeos a la CG, pienso primero en nuestras luchas y dificultades. Por ejemplo, tenemos dificultad con el tema de las vocaciones. Hemos tenido equivocaciones que también podemos compartir. En un sentido amplio, pienso que cuándo miramos lo ocurrido en Europa durante el siglo XX, nuestra historia es aterradora: fascismo, estalinismo, y todos aquellos “ismos” con los que nos hemos enfrentado e inflingido el uno al otro y al mundo en su totalidad. También hemos aprendido que las ideologías pueden literalmente asesinar a millones de personas. Por eso, al enfrentar a las ideologías que hoy hieren al espíritu humano -secularismo, consumerismo, individualismo- podríamos tener algo que decir.
Los jesuitas tenemos los Ejercicios, cuyo objetivo es traer libertad a las personas, para ayudarlas a encontrar a Dios y liberarse de estos “ismos”, liberarse de las ideologías.
Personalmente, cuándo miro aquello que hemos experimentado desde que comenzamos la CG, los momentos más impactantes han sido la renuncia del P. Adolfo Nicolás, tan simple y humilde, y la alocución del P. Lombardi en agradecimiento al P. Nicolás. No se trataba allí sólo de ideas, había algo afectivo que tocó nuestros corazones. Y la Congregación no es sólo ideas; es también afectos, amistades y lazos, algo que es parte de la vida jesuítica desde los comienzos. Ignacio y sus primeros compañeros eran amigos; probablemente discutieran, pero compartían profundamente su mutua amistad.
No somos como una compañía trasnacional que hace analiza necesidades, evalúa desafíos y designa estrategias. Miramos las necesidades del mundo, pero lo hacemos desde los ojos de la Trinidad, desde la mirada compasiva de Dios. Miramos todos estos desafíos: migración, pobreza, la situación de los pueblos originarios, el secularismo, la pérdida de la fe. Pero si los mirásemos sin esta mirada Trinitaria, nos descorazonaríamos. La Trinidad, con Su compasión, nos mira compasionadamente. Con nuestras limitaciones y nuestras fuerzas, es esencial que tengamos esta perspectiva. Si, estamos tratando de estar junto a Ignacio y Francisco Javier, junto a Pedro Fabro y con la Trinidad. Puede que suene pretensioso, demasiado pretensioso, pero es una actitud orante hacia el mundo y hacia nosotros mismos, y esto es lo que me está moviendo a mí a lo largo de esta experiencia de la Congregación.